jueves, 29 de julio de 2010

Visita a Lanzarote

Recientemente tuve la posibilidad (y al final del viaje, el placer) de conocer una de las Islas Canarias más admirables y con diversidad, como es la isla de Lanzarote, también conocida como la isla de los Volcanes.

En mi recorrido por la isla, mi primera experiencia conejera, fue la localidad de Yaiza. Allí ya noté que la arquitectura de la isla en general se basa en casas blancas que combinándolas con el suelo volcánico de la isla, hace que dicha blancura aun resalte más las formas de las casas.





Seguidamente, y en dicho municipio, se encuentra el Parque Nacional de Timanfaya y en cuyo lugar se encuentra el volcán del mismo nombre y cuyas ultimas explosiones fueron entre 1730 y 1736 originando el actual parque. Recorrer ese parque nos hace ir a otro mundo, con esos paisajes infinitos de rocas y cenizas que nos sorprende totalmente. El trayecto dentro del parque es en autobús (guagua), lo cual, hace que se preserve mejor. Existe una zona común en la que se hacen demostraciones del poder que aun genera la energía sobre el suelo; desde una demostración de geiseres hasta una gran barbacoa en la que el vapor que emana de la tierra hace que cualquier trozo de carne se caliente en unos pocos minutos.


Sin duda, es una visita que recomiendo. Tener la posibilidad (y la suerte) que nos ofrece la naturaleza es una experiencia de la cual nunca debemos renunciar y que también nos hace reflejarnos en nosotros mismos sobre lo que somos y lo que nos creemos que somos.

En este viaje, no nos podemos olvidar por un instante de la gran labor que realizó el artista canario César Manrique, trágicamente muerto en accidente de tráfico en 1992. Su legado ha seguido a través de la fundación que tiene su nombre, si bien es misión de todos los canarios en general y de los lanzaroteño en particular continuar con esa gran labor en el sentido de una sostenibilidad entre nuestra principal riqueza, el turismo y las tradiciones y preservación de nuestro ecosistema.

Otro de los lugares, también obra de César Manrique, es el Museo del Campesino. Un referente a las tradiciones y a la cultura conejera (lanzaroteña). Este museo del aprendizaje es también un referente a la gran tradición vinícola de Lanzarote, unos vinos producidos en un territorio totalmente agreste en la que cualquier ser humano hubiera tirado la toalla pero por sabidurías de la naturaleza, las cenizas del volcán hace que la humedad se conserve mejor en el interior y con unas pocas lluvias, se puede mantener la plantación. Este tipo de cultivo recibe el nombre de Gería y se ha sabido aprovechar y crear unos caldos maravillosos reconocidos en todo el mundo.

Como localidad más reseñable, sin duda alguna resaltaría la localidad de Teguise, primera capital de la isla. Su casco histórico, con sus iglesias y antiguos edificios han sabido conservarse en una gran armonía con las necesidades vitales de una población moderna, como son las canalizaciones, calles, señales de tráfico, etc.

Continuando con los paraísos naturales que nos ofrece Lanzarote, la siguiente parada es “La Cueva de Los Verde”. El origen de este nombre no es porque nos vayamos a encontrar una cueva de dicho color sino porque sus descubridores fueron una familia de ganaderos que vivían cerca y cuyo apellido era Verde y que en días de lluvia, resguardaban el ganado a la entrada de dicha cueva. El adentrarse en este fabuloso recinto, nos hace recordar la novela de Julio Verne, Viaje al Centro de la Tierra. Sin duda alguna, es una experiencia que recomiendo gratamente. Gracias a la acústica que nos ofrece la cueva, en numerosas ocasiones se ofrecen conciertos en el interior de la cueva. No voy a desvelar un pequeño secreto que nos esconde esta cueva pero estoy seguro, que si van sin causa de conocimiento, como fue mi caso, se sorprenderá.
Continuando con mi recorrido, en la que la gran mayoría de los lugares a visitar, se encuentra en la zona norte, llegamos a Los Jameos del Agua, situado a unos pocos kilómetros de la Cueva de Los Verdes. Este lugar, hay que diferenciarlo claramente en dos partes, la que nos ofrece una gran cueva y en cuyas aguas viven unos cangrejos ciegos, autóctonos en Lanzarote. Y la otra parte, en la parte superior, existe una piscina ideada por César Manrique. La blancura del fondo junto la luz mágica que nos ofrece el sol en Lanzarote, hace que el agua adquiera un color turquesa digno de una fotografía. Como ampliación a este complejo, se ha realizado un pequeño museo de vulcanología en el que se nos explica el origen y “funcionamiento” de una erupción volcánica que querámoslo o no, vivimos y convivimos con ella y el claro ejemplo es la erupción del Volcán de Teneguía en la isla de La Palma en el año 1971.




Y con esto finaliza mi diario sobre la visita a los principales lugares de Lanzarote. Una isla, que junto con el resto de las Islas Canarias, nos hace reflexionar del legado natural e histórico que hemos heredado y que nos debemos sentir orgullosos pero también responsables de hacer llegar toda esta belleza a las futuras generaciones.

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